LOS MITOS
EL INFIERNO
Para ir a la otra vida había que atravesar la laguna Estigia en la barca del viejo Caronte que separa la vida de la muerte. En la otra orilla el can Cerbero, perro monstruoso de tres cabezas, custodia la entrada de los infiernos. Se continúa hasta llegar al río Leteo, que al beber de sus aguas se borra la memoria de la vida y nos convertimos en sombras. Después empieza el descenso, adecuado a la categoría de los muertos. A1 final de todo se halla el Tártaro, el lugar más profundo y tenebroso del Averno en el que penan los criminales, vigilados por las Furias, hijas de la noche que tenían por cabello serpientes venenosas, de ellas Tisífone es la más temible, ya que las mordeduras de sus serpientes vuelven locos a los hombres.
PÍRAMO Y TISBE
Píramo y Tisbe, el joven más apuesto y la muchacha más bella del Oriente, vivían en casas inmediatas en Babilonia. La vecindad y su mutua atracción los hizo amarse tiernamente, pero sus familiares respectivos se opusieron con saña a la boda. Pasado un tiempo, y no pudiendo resistir más, se decidieron a huir de sus casas. Cada uno escaparía a hora distinta y se reunirían, a medianoche, en el sepulcro del rey Nino. Primero llegó Tisbe, disfrazada, y se ocultó en el tronco de un moral. De pronto apareció una leona sedienta en busca de agua. Aterrada, la muchacha pensó en quedarse inmóvil pero el viento movió su velo blanco y atrajo la atención de la fiera. Corrió Tisbe, tropezó, cayó y brotó sangre de su frente. Píramo llegó a tiempo de poner en fuga a la leona. Al ver ensangrentada a su amada creyó haber llegado demasiado tarde, y sintiéndose culpable de su muerte, apoyó la empuñadura de su puñal contra el tronco del moral y se clavó de pecho contra la punta. Tisbe no estaba sino desmayada. Al volver en sí, el espectáculo que vieron sus ojos la hizo enloquecer. Abrazada al cadáver de su amado, lo llamaba con suspiros anhelantes y gritos desgarradores. Comprendió lo ocurrido y decidió imitar su suerte, invocando antes a sus padres: ¡Nos quisisteis separar en vida y no hacéis sino juntarnos en la muerte! El moral, como testimonio de su tragedia, cambió el tono blanco de sus frutos por el rojizo de su desdicha.
ORFEO Y EURÍDICE
Orfeo era un músico tracio que tocaba maravillosamente la cítara. Se casó con la bella Eurídice, quien murió a consecuencia de una picadura de serpiente venenosa en el pie. Orfeo plañió la cítara de forma tan estremecdora que los dioses se apiadaron de él y le permitieron bajar a los infiernos a recuperar a su esposa, con la condición de no mirar hacia atrás hasta haber vuelto a la vida. Orfeo bajó a los infiernos, Plutón permite que Eurídice le siga hasta la vida, pero Orfeo no puede resistir la tentación de mirarla y se gira antes de tiempo, perdiéndola para siempre. De nuevo volvió a tocar la cítara, pero fue lapidado por unas mujeres.
ISIS
Júpiter sedujo a la bella lo y, para desorientar a Juno, la convirtió en vaca. Juno sospecha de la treta y le pide la vaca como regalo haciéndola custodiar por Argos (guardián de cien ojos que siempre vigila, ya que cuando unos ojos duermen otros velan). Júpiter, deseoso de recuperar a Io, envía a Hermes (Mercurio, mensajero de los dioses, dios de la elocuencia- inventor de la balanza, joven bello y ágil, veloz, con alas en los pies, dios de los ladrones, mercaderes y viajeros). Mercurio logra adormecer a Argos con sus artes oratorias y lo mata. Juno, furiosa, coge los mejores ojos del muerto y los pone en la cola de los pavos que tiran de su carro celestial tiñéndolos con su sangre—origen de pavo real—. Júpiter lleva a Io a Egipto, donde se la conoce por Isis, y pide clemencia para ella a Juno prometiéndole fidelidad eterna, por lo que ésta le devuelve el aspecto de persona.
JÚPITER Y GANIMEDES
Júpiter se enamoró de Ganimedes, muchacho bellísimo de Ida, monte de la Arcadia, y lo raptó convertido en águila real (animal que lo simboliza). Para evitar represalias de Juno, lo nombra copero de los dioses en el Olimpo, cuyo trabajo consiste en escanciar el néctar y la ambrosía.
TESEO Y EL MINOTAURO
Júpiter engendró a Europa disfrazado de toro. De su unión nació Mino, rey de Creta, quien, a su vez, se casó con la bella y extravagante Pasífae. Tuvieron un hijo y una hija, Ariadna. Pasífae se enamoró de un gran toro y para conquistarlo se disfrazó con la piel de una vaca. De su unión nació Minotauro, ser monstruoso, mitad hombre mitad toro, de una ferocidad terrible. Minos lo encerró en un laberinto que construyó Dédalo. Por entonces Minos declaró la guerra a Atenas por la muerte de su hijo. Ganó la guerra y como pena impuso que durante nueve años Atenas debería entregar siete hembras y siete varones para la crueldad del Minotauro. En el tercer año, Teseo, hijo del rey de Atenas, era uno de los varones. Ariadna se enamoró de él y, bajo promesa de matrimonio, le entregó un ovillo de lana con el que, si lograba matar al Minotauro, podría salir del laberinto sin perderse siguiendo el hilo desde la entrada. Teseo mató al Minoaturo y huyó con Ariadna a la isla de Naxos, donde rompió su promesa abandonándola. Baco (también llamado Dionisios, dios del vino) se apiadó de Ariadna y allí mismo se desposó con ella. Le ofreció una corona de estrellas como regalo de bodas.
ÍCARO
Minos, rey de Creta, tenía cautivos a Dédalo y a su hijo ÍCaro. Dédalo era un gran inventor, pero, envidioso de su sobrino Perdix (inventor del compás y de la regla), empujó a éste a un precipicio con el fin de darle muerte. Los dioses se apiadaron de Perdix y lo convirtieron en ave en el momento de la caída, permitiéndole volar sólo lo justo para salvarse (de ahí que la perdiz vuele tan poco). Minos prometió la libertad a Dédalo si éste ingeniaba algo que pudiese retener al Minotauro. Dédalo inventó el laberinto, pero Minos no le concedió lo prometido. Entonces compuso unas grandes alas con plumas de ave y cera con las que poder escapar de Creta él y su hijo. Pero ÍCaro, joven y presuntuoso, quiso volar tan alto que pudiese tocar el sol, y al acercarse se le derritió la cera con el calor y cayó al mar que hoy lleva su nombre.
VULCANO
Hefesto (Vulcano) era hijo de Juno, quien, cansada de las infidelidades de Júpiter, lo concibió por sí misma. Al verlo feo y deforme (era cojo) lo arrojó al mar, de donde lo salvó la nereida Tetis y a quien cuidó como hijo propio. Se hizo artesano de metales, señor del fuego y de la fragua. Se vengó de Juno regalándole un precioso trono de oro que al sentarse la hizo prisionera. Sólo accedió a liberarla cuando Júpiter a cambio le entregó como esposa a Venus.
MARTE Y VENUS (CUPIDO)
Venus le era infiel a Vulcano con Ares (Marte, dios de la guerra), de su unión nació Cupido (Eros, joven afeminado, dios del amor. Bello por su madre y beligerante por su padre. Se adorna con un carcaj de flechas que lanza sin ser visto: las de oro enamoran y las de plomo despechan. Puede ser delicado como Venus y cruel y temible como Marte., Por ser niño y carecer de lógica, ignora a quién arroja sus flechas y nadie está a salvo de él). Marte llevaba siempre consigo para sus correrías y francachelas a su fiel Alectrión (el gallo) y cuando visitaba a la adúltera Venus, éste se qucdaba de centinela hasta que veía aparecer al Sol (su trabajo consistía en conducir el carro de fuego que alumbra la tierra) y avisaba a los amantes. Un día Alectrión se durmió y el Sol sorprendió a los infieles, y se lo contó más tarde a Vulcano. Éste, que algo sospechaba, tenía preparada a tal efecto una poderosa red de hierro con la que los atrapó y los mostró posteriormente públicamente para su escarnio. Con esto sólo logró que los amantes declarasen abiertamente su amor, pues ya todos lo sabían y la ignominia de Vulcano se hizo pública. Marte castigó el descuido de Alectrión transformándolo en gallo, con tanta rapidez que todavía le perdura la cimera, de su casco (la cresta). Por eso los gallos, para hacerse perdonar por Marte, aunque ya de nada sirve, cantan con mucha anticipación cuando conocen que va a salir el sol y anuncian su venida.
TIRESIAS
Tiresias, al ver dos serpientes juntas, las golpeó con su bastón y se convirtió en mujer. Al cabo de siete años volvió a encontrar dos serpientes juntas y al golpearlas se volvió hombre otra vez. Júpiter y Juno discutían sobre quién disfrutaba más haciendo el amor, si el hombre o la mujer. Júpiter afirmaba que la mujer y Juno que el hombre. Convinieron en consultar a Tiresias que había sido ambas cosas. Éste dio la razón a Júpiter y Juno contrariada, lo volvió ciego. Júpiter, para compensarlo, le concedió el don de la adivinanza. Tiresias fue el que previno a Edipo de los males de Tebas.
NARCISO Y ECO
Narciso era un muchacho bellísimo pero envanecido de su hermosura. Tiresias le predijo que llegaría a viejo si no llegaba a conocerse. La ninfa Eco se enamoró de él, pero como la despechaba se fue consumiendo de amor hasta que sólo quedaron las últimas sílabas de sus palabras y lamentaciones, que resonaban por el bosque. Los dioses castigaron a Narciso haciendo que se viera a sí mismo reflejado en el agua de un estanque. Como nunca había visto a nadie tan hermoso se enamoró de sí mismo y murió consumido de amor, pues siempre que intentaba abrazarse el agua se desvanecía.
PAN Y SIRINGA
Siringa era la ninfa más hermosa de la Arcadia, del séquito de Diana (hermana gemela de Apolo, diosa de los bosques, protectora de la caza, única, junto con Minerva que es virgen y exige castidad a sus ninfas; también se la asocia con la luna, hermana del sol). Pan (sátiro, dios de los pastores, protector de los rebaños, medio hombre y medio cabra) la vio al bajar de los bosques y se enamoró de ella, solicitándola por esposa. Pero ésta, insensible a sus ruegos, se limitó a huir. Como Pan la perseguía, al llegar junto a un arroyo suplicó a sus hermanas que la socorrieran y éstas la convirtieron en cañas. Cuando Pan llegó no pudo sino abrazar a un manojo de huecos canutos, cuyo rumor tanto le agradó que decidió adaptar sus armonías a ellos creando ese instrumento de música (siringa = tipo de flauta).
DAFNE Y APOLO
Dafne era una ninfa del cortejo de Diana hija del río Penco. Apolo (joven hermoso y arrogante, dios del sol, adivino del porvenir, gran arquero, inventor de la medicina y de la lira) se burló del afeminado Cupido al verlo con su carcaj de flechas, diciéndole que era más apropiado para un gran cazador como él que no para un delicado hombrecito. Cupido se vengó lanzándole una flecha de oro a él y otra de plomo a Dafne. Cuando Apolo vio a Dafne se enamoró perdidamente de ella, y ya la suplicaba, ya la perseguía. Dafne corre huyendo de su perseguidor, pero viendo que la va a alcanzar, pide ayuda a su padre, quien la transforma en laurel. Apolo llega a ella cuando sus brazos se están transformando en ramas y casi llega a sentir el latido de su corazón. Llora amargamente sobre el laurel, pero sus lágrimas sólo sirven para regarlo y hacerlo más grande. A partir de entonces toma la corona de laurel como símbolo de la grandeza, en las artes y en la política.
POLIFEMO Y GALATEA
Polifemo era un cíclope gigantesco de un solo ojo que vivía en los montes de Sicilia, tan enorme que con su dedo podía escribir sus desdichas en cl cielo. Se enamoró de la hermosa ninfa Galatea a quien dedicaba horrendas y al mismo tiempo apasionadas canciones de amor. Galatea estaba enamorada del pastor Acis y un día que estaban haciendo el amor Polifemo los sorprendió, y celoso, mató a Acis con un peñasco. Antes de que muriera los dioses transformaron a Acis en río, y la sangre que brotaba de la piedra se convirtió en caño. Esta es la versión bellísimamente recreada por Cóngora.
ADONIS
Adonis, muchacho bellísimo y gran cazador, era hijo de Mirra, quien se enamoró de su padre. Horrorizada por sus sentimientos estuvo a punto de suicidarse, pero su nodriza hizo que se acostara con su padre con engaños. Avergonzada del incesto, Mirra pidió clemencia a los dioses y éstos la transformaron en árbol en el preciso instante que daba a luz a su hijo Adonis. Venus se enamoró de él y Marte, celoso, se disfrazó de jabalí para matarlo. Venus lo convirtió en anémona cuando estaba agonizante.
JACINTO
Jacinto era un joven príncipe lacedemonio, que amado a un mismo tiempo por Apolo y por Céfiro (viento suave del oeste) dio preferencia al primero. Céfiro se vengó cambiando de rumbo cuando Jacinto lanzaba el disco y éste le fue a dar en la frente, matándolo. Apolo, inconsolable, convirtió en una flor, emblema de su muerte, la sangre que corría de la herida.
PIGMALIÓN
Pigmalión era un escultor que hizo votos de no casarse nunca. Esculpió una estatua de mujer tan bella y armoniosa que le pareció la más hermosa y perfecta que pudiera imaginarse, hecha a su propia medida, sin las imperfecciones de las demás, y se enamoró de ella. Venus le dio vida y contrajeron matrimonio .
SÍSIFO
Sísifo era un ladrón que mataba a sus víctimas. Los dioses lo condenaron a subir eternamente una gran piedra a la cima de una montaña. Siempre que está a punto de coronarla, la piedra vuelve a rodar montaña abajo. Sísifo simboliza a la humanidad, condenada a hacer siempre lo mismo sin alcanzar nunca la cima.
ACTEÓN
Acteón era un cazador de los montes de la Arcadia. Un día vio, sin querer, desnuda a Diana (Artemisa); ésta, al verse sorprendida cuando se estaba bañando, lo castigó lo transformó en ciervo, siendo devorado por sus propios perros. El que más fuerte lo desgarraba era su fiel Melampo.
PROSERPINA
Proserpina (Perséfone, diosa de la primavera) era hija de Júpiter y de Ceres (diosa de la fecundidad). Fue raptada por Plutón y Ceres, desconsolada, dejó de fecundar, por lo que la tierra se devastaba yerma. Ceres, Júpiter y Plutón llegaron a un acuerdo: seis meses los pasaría en la tierra y seis en el infierno. Cuando está con Plutón su madre, Ceres, está triste y abatida y no produce, cuando regresa la recibe con frutos y abundancia.
TÁNTALO
Tántalo fue condenado por su soberbia a padecer hambre y sed. Está encadenado en un barril de agua hasta la cintura y con exquisitos manjares (árboles) al alcance de la mano, pero siempre que intenta beber o coger la manzana, agua y fruta desaparecen.
FAETÓN
Faetón era hijo del sol (Apolo). Era un joven presuntuoso y quiso probar si realmente Apolo era su padre pidiéndole que si lo era le dejase conducir el carro de fuego (el sol) con que su padre amanecía todos los días para alumbrar la tierra. Su padre accedió y el inexperto Faetón no pudo controlar a los caballos y éstos se desbocaron, acercándose tanto a la tierra que había peligro de que la arrasasen. Júpiter, para evitar la desgracia provocada por su soberbia, lo fulminó con un rayo.
PROTEO
Proteo es el dios capaz de metamorfosearse a sí mismo (de ahí el adjetivo «proteico», que se transforma) y Circe es la maga capaz de metamorfosear a los elementos (fue la que convirtió en cerdos a los compañeros de Ulises para retener a éste).
PERSEO Y MEDUSA
Medusa fue violada en el templo de Minerva (Palas Atenea, diosa de la sabiduría y de la justicia, gran tejedora a la que se la representa con el olivo, única, junto a Artemisa—Diana—, que es virgen). La diosa, ofendida por haberle mancillado su templo, convirtió en serpientes los cabellos de Medusa y le concedió el don del hipnotismo con el que cautivaba a sus víctimas antes de matarlas. Perseo era hijo de Dánae y de Júpiter (quien, para poseerla, se transformó en lluvia de oro para burlar la vigilancia de su padre, que la tenía recluida en una torre para que no tuviera conocimiento carnal con los hombres). Minerva le regaló a Perseo un escudo de bronce bruñido a modo de espejo; con este escudo pudo matar a Medusa, que quedó hipnotizada al verse reflejada en el espejo.
PROMETEO
Prometeo era un sabio cuya sabiduría fue la causa de la desconfianza, primero, y de la envidia, después, de los dioses. Robó un rayo a Júpiter y lo encerró en un canuto para regalárselo a los hombres, que así conocieron el fuego. Por este motivo fue encadenado a una roca en el Cáucaso y un buitre le roe constantemente las entrañas (el hígado). El buitre que le roe las entrañas puede simbolizar el deseo que experimenta el estudioso de investigar siempre, incansablemente, más.
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